Con la Mesoterapia se evitan los efectos secundarios derivados de la utilización de la mayoría de AINE’s utilizados por otras vías de administración, siendo la oral la más extendida en el tratamiento de las enfermedades reumatológicas y, además, se utiliza mucha menos cantidad de medicación abaratando el costo total del tratamiento: “poco, pocas veces y en lugar adecuado”
A la hora de tratar el dolor con Mesoterapia deberemos orientar nuestros esfuerzos en:
1.) Realizar un diagnóstico preciso de la patología a tratar para ofrecer la mejor alternativa terapéutica, transmitiendo a nuestros pacientes las expectativas reales de mejoría clínica con el fin de evitar decepciones infundadas de los mismos.
2.) Actuar mediante medicamentos con capacidad antiinflamatoria en casos donde exista inflamación como síndrome nosológico propio o coadyuvante a otra manifestación traumatológica. En ocasiones y mediante la utilización de fármacos homeopáticos inyectables, el concepto de “antiinflamatorio” se tornará en “proinflamatorio”.
3.) Discernir las indicaciones “definitivas” de las “parciales” y las contraindicaciones de nuestra técnica según cada caso a tratar.
4.) Adquirir los conocimientos necesarios en términos farmacológicos para poder utilizar medicamentos antiálgicos, descontracturantes musculares, con actividad trófica y/o inmunomoduladores según sean las necesidades en cada caso.
5.) Decidir la frecuencia de las sesiones en función de la mejoría obtenida
y de la duración de la enfermedad.
En el campo de la reumato-traumatología la Mesoterapia le va a permitir al médico practicante elegir: la técnica a emplear (mono o multiinyecciones intradérmicas) con sus materiales específicos (agujas, jeringuillas, equipos de inyección asistida o técnica manual…); el lugar de aplicación (si se trata de una manifestación de una enfermedad orgánica, el lugar de actuación será el dermatomo correspondiente; si por el contrario nos encontramos ante una enfermedad localizada, las inyecciones se llevaran a cabo de manera local o siguiendo la irradiación de los signos funcionales tales como dolor, contractura, parestesias…); las mezclas medicamentosas teniendo en cuenta sus indicaciones por otras vías de inyección parenteral, las incompatibilidades físico- químicas que puedan presentar y utilizando dosis menores que por otras vías de administración; la cadencia del tratamiento (en función de la clínica, de que sea un tratamiento sintomatológico y/o etiológico, de la localización y de la reacción del paciente al tratamiento). Como norma general, se pueden hacer sesiones semanales en patologías agudas y quincenales o mensuales en patologías subagudas o crónicas. No obstante, será la propia experiencia del mesoterapeuta y la respuesta del paciente en cada caso, lo que marcará la periodicidad de actuación.